La carga de la prueba en el debate sobre Dios
Por Andrés Manzanares Rojas
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Introducción
En el debate contemporáneo sobre la existencia de Dios surge inevitablemente una pregunta: ¿quién tiene la carga de la prueba? Muchos ateos afirman no tener nada que justificar, alegando que su posición es meramente la ausencia de una creencia. Sin embargo, tanto el teísta como el ateo, en la medida en que hacen afirmaciones con pretensiones de verdad, comparten una responsabilidad racional. Rechazar una proposición no equivale a refutarla, y toda cosmovisión implica compromisos que deben ser explicados y defendidos.
La carga de la prueba como principio racional
En lógica informal, la carga de la prueba establece que toda afirmación que pretende ser verdadera debe estar respaldada por razones suficientes. No basta con expresar escepticismo personal o declarar que un argumento no convence; quien niega una proposición también asume la tarea de justificar su negación. Filósofos como Alvin Plantinga han señalado que la responsabilidad epistémica exige dar cuenta tanto de la creencia como de la incredulidad. Esta regla del discurso racional se aplica por igual al creyente y al no creyente.
Ateísmo fuerte, ateísmo débil y sus implicaciones
Se suele distinguir entre ateísmo fuerte (la afirmación de que no existe ningún dios) y ateísmo débil (la mera ausencia de creencia en Dios). Aunque la segunda postura parece más modesta, ambas tienen implicaciones. Antony Flew, quien popularizó esta distinción, reconocía que incluso la “ausencia de creencia” conlleva un compromiso filosófico: implica considerar insuficientes todas las evidencias ofrecidas. En ese sentido, el ateo que responde “no” a la pregunta “¿crees que Dios existe?” ya ha adoptado una posición que debe ser defendida, aunque sea desde un escepticismo activo.
El ateísmo como cosmovisión
Toda afirmación sobre Dios es una afirmación metafísica que refleja una visión del mundo. El ateísmo, al igual que el teísmo, presupone ideas sobre la realidad, el conocimiento y la moral. Por ello, no es una posición neutral. Incluso la suspensión del juicio —propia del agnosticismo— requiere una justificación epistemológica. Los sistemas de creencias, sean teístas o ateos, deben presentarse con coherencia interna y con capacidad de responder a los grandes interrogantes humanos.
Conclusión
El debate sobre la existencia de Dios es más que un ejercicio lógico: es una confrontación de cosmovisiones. El marco bíblico recuerda que la negación de Dios tiene dimensiones morales y espirituales: “de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20). Pero incluso desde la razón, no se puede evadir indefinidamente la carga de la prueba. Quien afirma o niega, quien cree o duda, debe estar dispuesto a rendir cuentas de sus razones. Solo así el diálogo se eleva por encima de sofismas y evasiones, y se convierte en un espacio de pensamiento crítico y respeto mutuo.
Bibliografía:
Odoj, E. (2014). Is “The Presumption of Atheism” in fact a neutral procedure? A critical examination of Antony Flew’s position. Roczniki Filozoficzne, 62(2), 115–132.
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