El nacimiento virginal: signo histórico del misterio de la encarnación
Por Andrés Manzanares Rojas
© Todos los derechos reservados.
Introducción
El nacimiento virginal de Jesús es uno de los misterios más extraordinarios de la Biblia y, al mismo tiempo, un acontecimiento central en la historia de la salvación. No se trata de un simple detalle narrativo, sino de una verdad fundamental para la fe cristiana. En él se revela, de manera única, que la salvación no procede del hombre ni de sus esfuerzos, sino únicamente de la iniciativa soberana de Dios.
Como afirmó Karl Barth: “La virginidad de María es el signo de que no hay acceso humano a Dios; la encarnación depende enteramente de la iniciativa divina.” Esta convicción marca la diferencia entre un evangelio de obras y el verdadero Evangelio de la gracia.
Contexto cultural del relato
Para comprender mejor la reacción de José y la magnitud del milagro, es importante considerar el trasfondo cultural del matrimonio judío en el siglo I.
El compromiso matrimonial —los desposorios— era un acuerdo legal y solemne, más fuerte que nuestro noviazgo actual. A partir de ese momento, la pareja era reconocida como “marido y mujer”, aunque todavía no convivían ni habían consumado su unión. Normalmente pasaba un año entre los desposorios y la boda, periodo en el que no había ningún contacto físico. Durante ese tiempo, tanto la fidelidad como la pureza eran esenciales, y romper el compromiso implicaba un divorcio formal.
Por eso, cuando Mateo nos dice que María “se halló que había concebido del Espíritu Santo, antes que se uniesen” (Mt 1:18, NVI), describe una situación profundamente escandalosa desde la óptica social y religiosa de la época. Para José, la conclusión más razonable era que María había sido infiel.
José y la adopción de Jesús
Ante esta situación, José tenía dos opciones legales: iniciar un proceso público de divorcio, exponiendo a María a la vergüenza y a las sanciones de la Ley (cf. Dt 22:23–24), o despedirla discretamente mediante una carta de divorcio (Dt 24:1–2). El evangelio de Mateo señala que José, siendo “justo”, resolvió no infamarla públicamente y decidió repudiarla en secreto (Mt 1:19).
Sin embargo, la intervención de Dios cambió la historia. El ángel le aseguró en sueños que el hijo en el vientre de María no era fruto de pecado, sino obra del Espíritu Santo (Mt 1:20–21). A partir de ese momento, José adoptó a Jesús como hijo, lo recibió en su hogar y le dio un nombre (Mt 1:24–25).
Esta adopción no es un simple detalle narrativo, sino un elemento esencial en la historia de la salvación. Legalmente, al ser reconocido como hijo de José, Jesús fue insertado en la línea davídica, cumpliendo así las profecías mesiánicas: “Jacob fue padre de José, esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo” (Mt 1:16, NVI).
El significado teológico del nacimiento virginal
El nacimiento virginal es mucho más que un milagro biológico. En él se concentran verdades esenciales del Evangelio:
- La salvación es obra exclusiva de Dios: La concepción virginal proclama que el hombre no puede producir por sí mismo la redención. Jesús no es fruto de la carne ni de la voluntad humana, sino del Espíritu (Lc 1:34–35). El nacimiento virginal es un símbolo visible de la gracia soberana de Dios.
- Cristo como el nuevo Adán: Así como el primer Adán introdujo el pecado en la humanidad, Cristo vino como el nuevo Adán, libre de corrupción, para traer vida y salvación (1 Co 15:45). Al ser concebido por obra del Espíritu Santo, Jesús no heredó la condición pecaminosa de la humanidad caída, sino que nació santo, “el Hijo de Dios” (Lc 1:35).
- Un sacrificio perfecto y acepto ante Dios: Su naturaleza humana verdadera y su pureza sin pecado lo hacen el único sacrificio capaz de reconciliarnos con Dios (Heb 9:14).
El nacimiento virginal y el misterio de la fe
Como todo misterio de fe, podemos comprenderlo en parte, lo suficiente para creerlo y confesarlo, pero nunca lo agotaremos con nuestra razón. El nacimiento virginal es el signo histórico del gran misterio de la encarnación. Entendemos lo que Dios ha revelado, pero no podemos reducir ese milagro a explicaciones humanas. Podemos afirmar con claridad lo que la Escritura enseña —que Jesús fue concebido por el Espíritu Santo, nacido de María Virgen (Lc 1:34–35; Mt 1:20–23). Entendemos su función teológica: garantiza la humanidad real de Cristo, su santidad sin pecado y la iniciativa divina en la salvación, pero no podemos penetrar el “cómo” biológico de la concepción virginal. Ante este misterio, la respuesta más adecuada no es la especulación, sino la adoración.
Conclusión
El nacimiento virginal muestra que la salvación no es alcanzada por la fuerza del hombre, sino que es don gratuito de Dios. Manifiesta que Jesús es plenamente humano y plenamente divino, santo y sin mancha, el nuevo Adán que trae vida eterna.
Bibliografía
- Burt, David F. Mateo. 1a Ed. Vol. 1. Comentario Nuevo Testamento Andamio. Barcelona: Andamio, 2018.
- International Bible Society. Nueva Versión Internacional. East Brunswick, NJ: Sociedad Bíblica Internacional, 1979.
- Platt, David. Exaltación de Jesús en Mateo. En Comentario Expositivo Cristocéntrico, ed. David Platt, Daniel L. Akin, y Tony Merida. Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2022.
Amén! “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad” 🙌🏽
ResponderBorrar