Pentecostalismo: fuerza transformadora en América Latina
Por Andrés Manzanares Rojas
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El pentecostalismo es, sin lugar a dudas, uno de los movimientos religiosos más influyentes del siglo XX y XXI. Su vitalidad, su capacidad de expansión y su impacto en la vida de millones lo han convertido en un fenómeno que trasciende lo puramente doctrinal para convertirse en una experiencia espiritual y social profundamente transformadora.
Fundamentos doctrinales: cuatro pilares
Según Donald W. Dayton (2011), el pentecostalismo se edifica sobre cuatro grandes pilares: la salvación, la sanidad divina, el bautismo en el Espíritu Santo y la anticipación de la segunda venida de Cristo. No se trata únicamente de postulados doctrinales, sino de vivencias dinámicas que marcan la espiritualidad pentecostal. Dayton señala que, a pesar de que el movimiento buscó diferenciarse de las tradiciones históricas, sus raíces se encuentran firmemente en la teología wesleyana, especialmente en la doctrina de la salvación y el perfeccionismo cristiano.
En palabras de Dayton:
El pentecostal sin historia pronto se verá a sí mismo como otros lo ven. Es decir, sus raíces serán parte de la tradición wesleyana, ya que se basa principalmente en la doctrina de la salvación de John Wesley y otros aspectos de su movimiento de reforma en suelo anglosajón (Dayton, 2011, p. 11).
Este recordatorio histórico invita a comprender que el pentecostalismo no emergió como un fenómeno aislado, sino como una prolongación reinterpretada del metodismo en el contexto norteamericano.
El avivamiento de Azusa: un nacimiento global
El origen inmediato del pentecostalismo se sitúa en el avivamiento de la calle Azusa en Los Ángeles (1906), liderado por William J. Seymour, un predicador afroamericano. Allí se vivieron manifestaciones espirituales que marcaron profundamente al movimiento: hablar en lenguas, sanidades y un fervor evangelizador sin precedentes. Lo notable de Azusa fue su naturaleza inclusiva, que reunió a personas de distintas razas y estratos sociales en un mismo espacio de adoración. Este rasgo de apertura, en tiempos de segregación, contribuyó a que el pentecostalismo se expandiera rápidamente más allá de Estados Unidos.
Pentecostalismo en América Latina: refugio y renovación
El historiador Vinson Synan (2005), en El Siglo del Espíritu Santo, muestra cómo el pentecostalismo dejó una huella profunda en América Latina, ofreciendo esperanza y renovación especialmente en contextos de migración, pobreza y exclusión social. En este escenario, el movimiento se convirtió en un refugio espiritual y comunitario para los sectores más vulnerables, respondiendo tanto a necesidades emocionales como materiales.
En palabras de Beltrán (2010), retomando a Lalive D’Epinay, el pentecostalismo funcionó como una “respuesta religiosa comunitaria al abandono de grandes capas de la población” (p. 75). En los barrios marginados y en las comunidades rurales, este movimiento no solo ofreció un mensaje espiritual, sino también redes de solidaridad y apoyo social que contribuyeron a restaurar vínculos familiares y comunitarios.
Una fuerza transformadora
James F. A. James III (2022) afirma que el pentecostalismo constituye el fenómeno religioso más importante desde la Reforma Protestante. Y no es una exageración. Su expansión global y su capacidad de adaptación a diferentes culturas —incluyendo elementos de religiosidad popular católica y prácticas afrodescendientes o indígenas— lo han convertido en una expresión autóctona del cristianismo en muchos lugares.
En América Latina, el movimiento ha promovido valores como la disciplina, el progreso y la restauración de la familia. También ha abierto espacios de liderazgo a las mujeres y ha dinamizado nuevas formas de participación política, aunque no exentas de tensiones y contradicciones. Esta versatilidad explica por qué el pentecostalismo se ha transformado en una fuerza que desafía el predominio histórico del catolicismo y redefine el panorama religioso de la región.
Conclusión:
El pentecostalismo, desde sus raíces wesleyanas en el metodismo hasta su despliegue en América Latina, es un movimiento que combina historia, teología y experiencia. Su capacidad para ofrecer un evangelio encarnado en la vida cotidiana —que sana, salva, restaura y promete una esperanza futura— explica por qué sigue siendo un actor decisivo en la espiritualidad contemporánea.
Bibliografía:
- Beltrán Cely, W. M. (2010). La expansión pentecostal en Colombia. Una revisión del estado del arte. Sociología.
- Dayton, D. W. (2011). Theological roots of Pentecostalism. Grand Rapids, MI: Baker Academic.
- James, F. A., III. (2022). HI102 Introducción a la Historia de la Iglesia II: De la Reforma al Posmodernismo. Educación Móvil Logos. Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.
- Synan, V. (2006). El siglo del Espíritu Santo: Cien años de renuevo pentecostal y carismático. Buenos Aires: Pluma Editorial.



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